Un estudio genético afirma que el animal salvaje evolucionó al cambiar su alimentación
Lo primeros perros podrían haber sido los lobos que urgaban en la
basura de las granjas. A falta de presas, los carnívoros que empezaron a
comer hidratos de carbono –féculas y restos de cereales– habrían
desarrollado su sistema alimenticio y digestivo. Su dependencia de los
humanos los habría obligado también a domesticarse.
Un estudio firmado por un equipo de investigadores estadounidenses y suecos publicado ayer en la revista Nature demuestra que los perros tienen más genes involucrados en el metabolismo de féculas que los lobos, lo que le lleva a deducir que el cambio de alimentación fue un factor fundamental en la evolución del animal salvaje.
La evolución del lobo al perro domesticado es un paso clave en la historia de la civilización muy controvertido, del que hasta ahora había muy poca información relacionada con los cambios genéticos. Aunque no se sabe con exactitud cuándo se produjo la transformación, ni cuándo establecieron una relación tan cercana con los humanos, los restos fósiles avalan que fue hace varios miles de años.
Hasta ahora, la opinión dominante defendía que el perro moderno evolucionó a partir de los lobos que los cazadores amaestraron para que les ayudaran a atrapar y recoger presas. El estudio publicado ayer apunta, sin embargo, a que la domesticación empezó con los lobos que robaban comida a los agricultores y que se acabaron adaptando a su modo de vida.
Los científicos compararon la reconstrucción del genoma completo de ambas especies (analizaron 50 perros y 12 lobos de todo el mundo). Descubrieron que hay 36 regiones génicas, algo más de 100 genes, fundamentales para la evolución con dos tipologías: los genes del cerebro y los genes del aparato digestivo, con un papel fundamental en la absorción de las féculas y el metabolismo de las grasas. Identificaron también las mutaciones en los genes clave que dan información sobre la evolución del sistema digestivo de los perros. El estudio apunta a que el abandono de una dieta estrictamente carnívora por parte de los perros puede ser la clave de su evolución.
Un estudio firmado por un equipo de investigadores estadounidenses y suecos publicado ayer en la revista Nature demuestra que los perros tienen más genes involucrados en el metabolismo de féculas que los lobos, lo que le lleva a deducir que el cambio de alimentación fue un factor fundamental en la evolución del animal salvaje.
La evolución del lobo al perro domesticado es un paso clave en la historia de la civilización muy controvertido, del que hasta ahora había muy poca información relacionada con los cambios genéticos. Aunque no se sabe con exactitud cuándo se produjo la transformación, ni cuándo establecieron una relación tan cercana con los humanos, los restos fósiles avalan que fue hace varios miles de años.
Hasta ahora, la opinión dominante defendía que el perro moderno evolucionó a partir de los lobos que los cazadores amaestraron para que les ayudaran a atrapar y recoger presas. El estudio publicado ayer apunta, sin embargo, a que la domesticación empezó con los lobos que robaban comida a los agricultores y que se acabaron adaptando a su modo de vida.
Los científicos compararon la reconstrucción del genoma completo de ambas especies (analizaron 50 perros y 12 lobos de todo el mundo). Descubrieron que hay 36 regiones génicas, algo más de 100 genes, fundamentales para la evolución con dos tipologías: los genes del cerebro y los genes del aparato digestivo, con un papel fundamental en la absorción de las féculas y el metabolismo de las grasas. Identificaron también las mutaciones en los genes clave que dan información sobre la evolución del sistema digestivo de los perros. El estudio apunta a que el abandono de una dieta estrictamente carnívora por parte de los perros puede ser la clave de su evolución.
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